Una melodía, una canción, trae consigo el recuerdo de un pasado reciente, casi olvidado, empapado de una ilusión que murió joven y fue enterrada rápidamente, para ahogar los gritos que pudieran atravesar su ataúd.
A partir de ese día se borraron todos los anteriores, se puso stop a la música y se cambió de género. Rápido, cambiamos todas las fotos de los portarretratos y los pósters antes de empezar a extrañar los rostros. Colocamos nuevas cortinas, reemplazamos los lentes, descolgamos viejos paradigmas. Cambiamos toda la escenografía, la banda de sonido y los guiones, como cambiaron tantas veces antes. Esperamos que esta vez la obra tenga éxito, y ya no tengamos que destinar más tiempo y recursos a reajustes de último momento.
Pero días como hoy, el director se equivoca, da algunas órdenes erradas, el sonido es elegido mal. Se abren los cajones. Y los actores, desgraciadamente, que son casi siempre los mismos, caen en la nostalgia de viejos personajes. Deciden representar papeles muertos.
jueves, 27 de febrero de 2014
jueves, 20 de febrero de 2014
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