lunes, 29 de julio de 2013

Más fuerte que mis auriculares

Te subiste al colectivo con la guitarra, alterando con tal novedad el universo sensorial que me había creado en base a la combinación de un libro y música sonando directamente en el canal externo de mis oídos.

¿Cómo explicarte mi inmutabilidad ante tu bienintencionada presencia? Creo que lo más sincero es decir que mi falta de voluntad para hacerte un lugar en mi área de cinco sentidos nada tuvo que ver con lo que hubiese imaginado que haría (si se me hubiese ocurrido que podía subir alguien a tocar la guitarra en el colectivo que tomo todos los días). Creo que no tuve la valentía suficiente para dejarte alterar el statu quo de mi clima recién creado. Poco me importó faltarte el respeto en mi infantil estado entregado al significado de las palabras que leía, las melodías conocidas que escuchaba y los movimientos regulares del  colectivo.

Me limité a lanzarte un par de miradas curiosas, las normales, las que nos sacan las dudas de si el que se acaba de subir es un conocido nuestro, o cuando vemos que no pagó boleto, qué es lo que está vendiendo; y luego de esa operación casi involuntaria y protocolar en medios de transporte, volví a mi estado anterior haciendo de cuenta que no te veía ni escuchaba.

Te ubicaste en el medio del pasillo y arrancaste sonidos a las cuerdas. Una explosión de sonido invadió el espacio. El colectivo era una fiesta. Tu canción destilaba mas energía que mil vendedores de golosinas, lapiceras, tarjetas, pañuelos, sahumerios, galletitas, discos, libros, lo que se te cante. Cantaste.  Más fuerte que mis auriculares. Más contrastante que las letras en negro sobre el papel blanco del libro que aún sostenía entre mis manos. Más brillante que muchos soles. Tu pasión atravesaba paredes pidiendo oídos. Tu imagen centellaba para transmitir la energía que desbordaba tus células.

Mi universo personal había sido definitivamente quebrado, a pesar de que seguía simulando que nada me afectaba. Terminó tu recital en miniatura y mientras lo presentabas dándole nombre a modo de despedida, revisé mi monedero. Apenas te escuchaba, ahora mis auriculares volvían a cobrar protagonismo. Dudé. Quería agradecerte los escasos minutos de espectáculo sin parecer cínica, mi intención era evitar seguir faltándote el respeto, ¿pero cómo saber qué podrías interpretar? ¿Qué número debían sumar mis monedas para expresarte genuina gratitud?

Ya estabas pasando la gorra, así que apurada tomé un puñado de monedas, suma de todos los vueltos del día, y los deposité en la gorra. De cualquier forma, no las habías visto. Mientras pasabas a mi lado creí escuchar en medio de tu charla ininterrumpida hacia los pasajeros una expresión que creí dedicada a mí: "lo que hayan podido escuchar". No, había escuchado más de lo que te estarías figurando, y en consecuencia esas palabras me habían importado también más de lo que seguramente creías.

No fue sólo escuchar, fue ver y sentir. Ahora sé que no fueron suficientes las monedas que te di, pero desconozco el precio que se le puede atribuir a la inspiración.

miércoles, 3 de julio de 2013

(Algo)

Papel en blanco,
tentación.
Será cuestión de

salir a buscarte,
afinar el hacha,
afilar las cuerdas;

para encontrarte,
volver armonioso el filo
y matar con las palabras,
respectivamente.

(Otra cosa más)

martes, 11 de junio de 2013

Los mientras

No pienso en lo que veo.
Veo lo que pienso.
En esta dicotomía simétrica
nada que perder tengo.

Mirar al cielo al caminar
es para quien conoce el recorrido,
las sillas apiladas en el pasillo,
las baldosas flojas del quinto piso.

Voy adelante.
El agua en el aire
entra en mi nariz.

Sueño mientras vivo.
Vivís mientras te imagino.
El mundo, sólo un nido.

¿Dónde estará la conexión?
¿En qué átomo de esta dimensión
estallará el punto de inflexión?

Horizonte de cielo y tierra,
unión de realidad y conciencia,
te espero entre tus mientras.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Perfume

El perfume,
amargo, ácido, escéptico,
de extraña dulzura
y de charlas que no fueron.
Perfume amarillo,
de mis sentimientos,
de mis pensamientos,
de que no te siento,
de que estás lejos,
de palabras que no encuentro.
Y del sonido del silencio,
incómodo, furioso,
irónico y violento,
rellenado por la ciudad
que es la nada y es el todo
de lo que siempre fuimos
y no seremos jamás;
porque dimensiones
nos engañan
con su solemnidad
y sus arañas,
de tiempo, enroscadas,
perfumadas,
en mi garganta,
que dan sed y dan alarma
de que estuve equivocada
y de que el sueño todo sana
hasta que llega la mañana,
horriblemente perfumada.
Presentidas arañas,
de tiempo, enroscadas,
perfumadas,
en mi nariz y mi garganta,
en mi glándula pituitaria,
nublando mi mirada
y buscando la palabra,
que detenga el derrumbe,
que desenrede la urdimbre,
que encuentre las razones
en medio de las causas,
perdidas y desafinadas.
Pero nunca encuentra nada
porque muere en mi garganta
o se diluye en la nada
de una hoja de papel
para ser por siempre
sólo eso, una palabra,
impregnada,
perfumada,
ridiculizada.

jueves, 16 de mayo de 2013

Ideas continuas

Todo es lo que debe ser y está en su lugar. Pero en cualquier momento, la secuencia normal se interrumpe, los pensamientos dominan a los hechos y a las cosas, y ya nada será lo mismo.
Hierve el agua en la pava. Silba, quiere llamar la atención con su voz, promete dulzura. Libera vapor en formas danzantes y llamativas. Calor de pulóver para el alma y las vísceras, abrazo tan necesario...

La pava deja de ser una pava por una milésima de segundo. Recobra su forma anterior cuando decido apartarte de mis pensamientos. El genio vuelve a introducirse en ella, que, cual lámpara mágica, de inmediato vuelve a ser un simple objeto inanimado, carente de todo poder.
Es habitual, hay que convivir con esas interrupciones en el hilo normal del pensamiento. Parecen videogramas de otras películas intercalados cuidadosamente en una cinta.

El problema se gesta de a poco, y comienza a manifestarse cuando el botón de mi saco no es un botón cualquiera, porque se parece al del saco que usabas.
Y la línea de colectivo que pasa por mi calle no es sólo una línea de colectivo, no es un recorrido más, es el recorrido que vos hacías. La costumbre de mirar adentro a través de las ventanillas se volvió difícil de eliminar, aun cuando sé perfectamente que ya no lo tomás.
Ideas continuas, por Nadia Russo, disparador de este texto. https://www.facebook.com/lamireyamemira

miércoles, 8 de mayo de 2013

La tranquilidad antes del caos

Silencio
susurra
suspenso.

Hueco
uniendo
universos.

Murmullos
maullando
misterios
magullados.

Todo es esto.
Todo es nada,
y es-
-talla.




miércoles, 1 de mayo de 2013

domingo, 28 de abril de 2013

De ningún valor o efecto; nulo


Lo decido,
me despego de todo,
me armo un mundo propio
y lo vivo.

Me enojo
y me doy la razón.
Apocalíptica emoción.
Y me duermo.

Me escondo,
te busco y te borro,
elijo volver a elegir,
cambiarme y salir.

Me conformo,
me río y me deformo
en escenarios ilusorios
que encajan con otro rol.

Te sueño,
te pienso como pienso que pensás.
Te armo, te revelo,
te desconozco una vez más.

sábado, 20 de abril de 2013

Algún científico lo explicará


Un pedazo de cielo se propuso perturbarme. Le dijo a sus tristezas que titilaran con más fuerza para que yo vea una estrella. No, justo al revés.
Le dijo a sus fuerzas que estrellaran con tristeza para que yo las vea titilar. Tampoco.
Le dijo a sus estrellas que titilaran con más fuerza para que yo vea una tristeza (ahora sí), como de luces reflejadas en ojos llorosos.

Nadie derramó una lágrima, nadie quiso extrañar de antemano. Pero el mundo algo sabe. Hay quienes dicen que hay un destino, que todo está escrito. Que las pistas se nos presentan para agarrarnos desprevenidos y hacernos pensar.
¿Y qué tal si no es así? ¿Qué diríamos si en realidad el mundo sabe algo de antemano y lo quiere comunicar? "¡Las estrellas nos están advirtiendo futuras lágrimas!" diría algún sabio con ese tono de voz "de refrán" que da la experiencia, el mismo tono que tantos tontos intentan imitar en vano. Más difundidos los saberes, el rumor sería noticia. "Más de cien personas sintieron anoche el vacío entre el corazón y el pecho; anuncian nostalgia", rezaría mañana el titular de un diario.

Pero no puedo dejar de creer (o intentar creer, sólo por lo hermoso que sería que fuese cierto) que no es el Universo, ni el mundo, el que sabe. Y desde luego, no serían cien personas las que lo sienten en este caso. Algo de nosotros sabe.
Alguna parte de nuestros cerebros lo percibe. Y será inexplicable hasta que un científico pueda expresarlo.
Mi cabeza sabe por qué el vacío, por qué las estrellas brillantes y llorosas. Mi cabeza lo sabe, yo no.
Nuestros cerebros entienden por qué justo mientras mirabas hacia la dirección por la que me iba, di vuelta la cabeza yo también y nos saludamos por última vez antes del viaje. Nosotras no.

miércoles, 17 de abril de 2013

Las palabras que me faltaba escribir


No sé si te habré contado
que tengo una obsesión
con los perfumes.
Me quedan en la vida impregnados,
de mis recuerdos colgando
y pobre de mí si trato
de deshacerme de alguno de ellos.

No sé si te habré contado
que tengo memoria visual
y las imágenes se me repiten
con los ojos cerrados.
Así voy creando lazos
irreversibles, entre lo soñado
y lo nunca olvidado.
Es una mala costumbre.

Seguro que me faltó decirte,
me faltó escribirme,
que he buscando por las calles
olvidar algún perfume, alguna imagen,
y qué mala suerte, los encontré.

Y ahí me dí cuenta
que no te había contado
que tengo una obsesión
con los perfumes,
que tengo memoria visual
y también tengo derrumbes.

sábado, 6 de abril de 2013

Lista de algún verano


Alimentar mi locura por orgullo.
Jugar una carrera sola y no dejarme ganar nunca.
Llenar de odio mi cabeza.
Llenar con recuerdos una jaula que era para mariposas.
Clavar banderas en el aire.
Cuestionar todo y no negar nada.
Buscar conclusiones sin armar hipótesis.
Buscar desilusión armando juegos de diferencias.
Dar amor en el anonimato y esperar aplausos.
Enviar sentimientos sin remitente y exigir una respuesta.
Mirarme desde afuera pero invertida.
Conocer el próximo segundo.
Jugar a que soy otra hasta que no soy ninguna.
Podar el árbol de las palabras para que crezca mejor.
Sonreír en soledad.
Enumerar cambios sin poder ver las causas.
No saber callar a la cabeza y olvidarme de dormir.
Callarme por orgullo.
Decirlo todo por impotencia.
Perder mi religión y ganar mi confianza.
Amar mi soledad mientras deseo la compañía.
Ensayar una expresión de sorpresa y darme cuenta de que voy a mentir.
Decir verdades en poesía y mentiras en excusas.
Ser espectadora pero terminar subiéndome al escenario y siendo parte de la farsa.
Confiar en que nadie me va a tomar en serio y reprochar la indiferencia.
Recordar una canción olvidada.
Sentir mi estómago y sospechar que se comió a mi corazón.
Llenar mi tiempo con cosas inútiles que creo útiles.
Buscar metáforas para todo y en todo una metáfora.
Esconder y negar todo mientras preparo mi Hiroshima.
Obligar a reír conmigo y no de mí.
Reírme siempre.
Llorar por todo y nada.
Entrenar sin saber si hay competencia.
Armar anagramas con recetas e instructivos.
Relacionar todo.
Esconder la sorpresa cuando es auténtica y darme cuenta de que estoy mintiendo.
Desarmar mi cabeza y siempre sin querer dejar alguna ficha fuera de lugar.
No conformarme con menos.
Armar una escenografía para mis sueños.
Mentirme en la sensación de que no hay nadie más, ni acá ni en tu cabeza.

viernes, 22 de marzo de 2013

Enredadera


Una mentira indefensa
que no merecía estar en tu boca
llenó el aire para alejarte por siempre.
Y entre los cabellos enredados
de la que vive y cada día muere
se esconden las cenizas
de lo que pudo haber sido.

El bufón de lo irreal
se vistió con tu cuerpo y rió
creyendo ser una gran sensación
pero sólo basura trajo.
Sembrando ocasos de tus luces.
Permaneciendo descalzo.
Amaneciendo sin daños.

Quién sos, quién fue,
el tiempo se los lleva.
El viento levanta todas las penas
como las migas en la vereda
arrojadas lejos de las bocas hambrientas.
Los picos, las alas
ya no dejarán huellas.

Caos, delirio, traición.
Huracanes de tragicomedia
abrazan tus tobillos, enredaderas,
hilvanando causas que no prescribirán.
Tus ojos no ven dónde pisan tus pies
y cuanto más te alejes más tironearán
los pasados pendientes que dejás atrás.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Nuca


Falta el aire y las incertidumbres buscan sintetizarse en la nuca de tu remera. Todo se vuelve a reducir a uno, listo para explotar en un efecto dominó de fisión nuclear. Se desencadenará mañana o tal vez dentro de dos años.
Abro la ventana.
El vaso del tiempo se vacía una vez más, anunciando nuevos ciclos de altibajos. Me debato entre la urgencia del vaso vacío y la paciente espera a  que se llene por sí mismo (es claro que no hay nada que hacer).
Tal vez mañana la nuca de tu remera deje de ser importante. El problema es cuantificar la extensión de esta noche, hasta que el sueño evapore las últimas gotas y disipe los pensamientos.
Si simultáneamente la bomba explota, el vaso se llena y la mañana llega, voy a dejar de ser yo. Seré alguien más. Mañana o dentro de dos años.

jueves, 7 de marzo de 2013

Ciudad – Contaminación


Millones de luces de colores cubren mi campo visual, algunas quietas, otras parpadeantes, pero todas exigiendo igual atención. Mis ojos se posan en unas y otras, no pueden detenerse, beberlas a todas, aunque cada tanto se sumergen en un grupo de ellas y así permanecen horas que parecen minutos.
Hay palabras por todos lados: en mis ojos y mis oídos. Voces y gritos exigen no sólo atención, sino también respuestas.
Mis sentidos están saturados, impregnados de alrededor.
Hay mucho tránsito, gente que va y que viene, que aparece y desaparece, que grita cosas con o sin destinatarios.
Y yo atenta a todo.
Hay mucho tránsito de cosas, paquetes que van de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, arrastrados; de abajo hacia arriba, de arriba hacia abajo, movidos por grúas.
Y yo atenta a todo.
Hay música que viene de todos lados. Se corta una melodía y comienza otra. Se superponen y se interrumpen por sonidos que, antes registrados, se refieren a mensajes o hechos repetitivos y constantes.
Y yo soy como un perro de Pavlov que escucha cincuenta campanas. Atenta a todo.
Carteles, mensajes, imágenes, gestos, sonidos, comunicación a raudales, todos dirigiéndose a mí en esta ciudad.
Lo que percibo, lo que reflexiono y lo que recuerdo se entremezclan y forman una masa pegajosa y amorfa entre mis neuronas.
Estoy como atada, hasta que digo basta y me suelto.
Vuelvo a mi mundo, llego a mi cuarto, aterrizo en mi cama. Todo mi cuerpo sigue alterado por semejante exposición al caos.
Las imágenes emergen, perduran, palpitan, dentro de mi cabeza y a escasos milímetros de mis ojos, que todavía redescubren como en mareo las parpadeantes imágenes del infierno de luces y colores retenidas en la memoria, que como un gran afiche se desenrosca y cubre toda la negra mesa de mis párpados cerrados. Son marionetas que siguen moviéndose cuando ya ha caído el telón. Y las puertas están cerradas, no hay forma de levantarse siquiera de la butaca, a la vez que innumerables voces, que son todas mi voz interior, hablan al unísono, más cerca y más lejos. Se atropellan y se ubican unas encima de las otras, las palabras que representan a las ajenas, a las que son propias; a las dichas, a las pensadas; a las pasadas, a las futuras; a las frustradas, a las planeadas; a las inútiles, a las imposibles; a las cantadas, gritadas, murmuradas, recitadas, susurradas y calladas.
Mi cuerpo se relaja voluntariamente, pero no logro callar a la mente, que, como si fuese la cabeza colocada en el muñeco equivocado, añora estar en otro lugar, masoquista del circo de la contaminación. Tengo el cerebro atado a lo que dejé, y sólo repite como un eco amplificándose en lugar de menguar, todo lo visto, todo lo oído, todo lo hablado y todo lo pensado.
No puedo dormir. Hay dos caminos: explotar o canalizar. Pero la explosión no llegará nunca, será una agonía inacabable que nunca alcanzará a la muerte.
Así que se desencadena una lucha cuerpo contra mente, en la que el primero busca relajar sus músculos, aflojar la tensión, mientras la segunda se agita y golpea las paredes del cráneo. Las manos son neutrales, seguirían trabajando por inercia. La elección es canalizar. La mente ganó, arrastra al cuerpo hasta una silla, obliga a las manos a la búsqueda de la lapicera y los papeles, y a su depósito en la mesa, y vomita todo su contenido en un texto, para liberarse de la ebriedad que le generaron las millones de luces de la pantalla de la computadora y los sonidos como martillos de los auriculares.
La ciudad, la contaminación, virtuales.

martes, 5 de marzo de 2013

Sueño


Despertó.
Y nada de eso había pasado.
Su corazón respiraba aliviado.
Su mente y su cuerpo estaban sanos.
Y volvió a despertar.

domingo, 3 de marzo de 2013

Gris


Sólo te das cuenta
que tanto fue demasiado
cuando la lluvia no te moja
pese a que marca tus zapatos.

Te das cuenta de que eras una mentira
tratando de mendigar un retazo
de la valentía nunca tenida
mientras seguías pasando los años.

La suerte se inunda
de pobres promesas rotas.
Sólo eras lo que nunca fuiste
para los espectadores de tu historia.

Mueren en tormentas de ideas
y torbellinos de desesperación
tus agonizantes pensamientos.
Flota el cadáver de la decepción.

Dejaste de existir al instante
en que tus bandas honoríficas cayeron
dejando un lamparón de idolatría
en el lugar donde estuvieron.

La sala está desierta.
Se apagaron las luces del espejo.
Sólo queda una lápida vacía
bajo la que yacen tus huesos.

martes, 26 de febrero de 2013

La habitación hecha de una pared


Bastará una sola pared para crear un ambiente. Para armar un cuarto donde entren una mesa, un mate, música, una luz tenue que reproduzca colores, papeles, lapiceras y cables. Y donde aún quede lugar para que entre la soledad que acompaña a un individuo dando vueltas alrededor de la mesa, además de las sonrisas dedicadas impunemente a la nada. Las sonrisas que no buscan explicaciones sólo pueden mostrarse a la soledad y a los entes que ésta crea. Y todos ellos son quienes generan la sonrisa. La sinergia de la nada haciéndose idea.
Todo eso puede caber en una pared, o una hoja, o una pantalla. Un plano cualquiera donde entren unas cuantas palabras. Y esas palabras crearán otros ambientes, tal vez. O quizá sea demasiado tarde y tengamos que seguir con la vida por un rato más.

Ocurrencia-Incoherencia


No es extraño que intente comunicarme con vos a través del papel y la birome. Lo raro es que vuelva a hacerlo después de tanto tiempo. Puedo elegir creer que algo de telepatía (o coincidencia causante de enfermedades de todo tipo) haya quedado entre los dos. Quizá es por algo que me acordé de tanto esta noche, y no otra.
No sé qué se me dio por pensar en vos.
(Al margen: ayer, o antes de ayer, pensaba en que podría existir alguna ley metafísica que se manifieste como una simetría. Esto sería, que un estado cualquiera resulte idéntico a otro anterior -o posterior- del cual está separado por una serie de acontecimientos, estados de cosas o situaciones también simétricas entre sí; y justo en el medio de esa sucesión, existe un punto crítico, que podría graficarse en una función como un máximo o un mínimo.
Aplicado a nuestros sentimientos o reacciones, podría fundamentar un retroceso, un proceso de inmadurez, por el cual volvemos a enfrentarnos como si fuera la primera vez a un problema ya vivido, a tropezar con la misma piedra, aun cuando ya habíamos internalizado con anterioridad la solución a ese problema.
Se me ocurrió como una buena idea para incorporar a un cuento. Esta noche lo utilizo como una explicación a mi estupidez.)
Me puse a imaginar que mañana, por qué no, podríamos reencontrarnos sin planearlo, por mera obra del azar. O a causa de una favorable configuración resultante del caos. Habiendo pasado tanto tiempo, las cosas, sin nuestra intervención a favor o en contra (que ya está extinguida), podrían acomodarse de forma tal que nos haga cruzar, sin preocuparnos, pero afectándonos.
(Aviso: En el párrafo anterior el verbo "poder" en condicional es aplicado a hechos cuya probabilidad de ocurrencia es mayor o igual a un infinitésimo.)
De todas formas, habiendo escrito esto, por insignificante que parezca, según mis interpretaciones teóricas exageradas, estoy inclinando la dirección del caos.
Por lo tanto, careciendo de la más mínima rigurosidad científica, elijo echarme la culpa, y decir que eso que imaginé, a partir de este hecho, nunca ocurrirá.

Lucha Eterna


Nubes
sobre nubes,
cubriéndose,
aplastándose,
luchando por llegar
a algún lugar
sobre la tierra.

Liberan
como niebla
un rocío
que rellena
el espacio
cielo-tierra
hasta donde mi vista llega.

Y nosotros
nos cubrimos
nos aplastamos
nos vivimos
nos matamos
tratando de alejarnos
un poco de la tierra.